En ese sensible centro de mi alma
se esconde la porfía más tremenda
porfía que me deja por momentos
con sabor de dolores ya dormidos.
no se puede vencer esta tristeza
es tonto pretender que ya no importa
se corre el velo azul y queda abierta
la carga gris de la desesperanza.
Recorreré caminos caminados
andaré por senderos de suspiros
anclaré con mi barca en esa playa
donde de amores está plena la arena.
Más nunca he de saciar esta alma mía
de amargos desafíos que me acosan
no se conforma el corazón dolido
aunque la mente diga lo contrario...
se esconde la porfía más tremenda
porfía que me deja por momentos
con sabor de dolores ya dormidos.
no se puede vencer esta tristeza
es tonto pretender que ya no importa
se corre el velo azul y queda abierta
la carga gris de la desesperanza.
Recorreré caminos caminados
andaré por senderos de suspiros
anclaré con mi barca en esa playa
donde de amores está plena la arena.
Más nunca he de saciar esta alma mía
de amargos desafíos que me acosan
no se conforma el corazón dolido
aunque la mente diga lo contrario...
Todo lo vivido ahí queda, Susana, donde no podemos arrancarlo.
ResponderEliminarPero falta añadirle lo que quede por vivir. Y eso aún no lo hemos escrito.
Un beso, querida amiga
Verdad asi es amigo mío un beso !!
ResponderEliminarHola, María Susana: Ya estoy de vuelta y me alegro de leerte.Las huellas de la vida quedan marcadas en la arena del alma, pero la brisa del mar (las nuevas amistades, nuevos amores) puede cubrirlas con nuevas y agradables experiencias. Un beso
ResponderEliminarMi querido Juan se te extraño!!!!!!!!!!!!!!! bienvenido almundo de los blog mi querido!!! un beso!
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